Esta columna iba a estar destinada a comentar la tendencia de las “bodas petit”, de las bodas íntimas, de las bodas de no más de 30 o 50 personas que estaban siendo tendencia en Europa y Estados Unidos mucho antes de la Pandemia y que, con ellas, han tomado toda la relevancia como referencia a los nuevos eventos que están por venir.
Pero mi atención tomó una curva imprevista en los últimos días…
Todos hemos leído acerca de la realización de un evento clandestino (¡¡de 200 personas!!) que provocó un brote del virus. En las redes sociales ya corren publicaciones de degustaciones para novios con las mesas montadas al completo con su loza, cristalería, plaqué, servilletas, meseros atendiendo un evento con cubrebocas, pero sin careta ni guantes, charoleando canapés, baby showers con barras de comida expuesta…
Pero, eso es lo de siempre, ¿no? ¿Todavía no nos ha quedado claro?, ¿necesitamos más señales, más datos, más confinamiento, más muertos…? No me creo que no sepamos hacerlo mejor…
Los protocolos y cursos de bio-seguridad están clarísimos, la guía de qué y cómo lo tenemos que hacer está al alcance de todos y ya forma parte del ADN de algunos de nosotros que no hemos leído otra cosa durante más de 90 días.
Es un hecho que necesitamos reactivar la economía. TODOS deseamos salir a la calle y empezar a operar eventos, además de para poder pagar nuestras facturas, para seguir desarrollando esta profesión-pasión que nos mueve, que nos define y que nos representa.
¡Pero la prisa es la peor de las compañías! ¿Vamos a dejar que el agobio, la ansiedad del confinamiento, las facturas pendientes, los proyectos pospuestos acallen y aquieten nuestra piedra filosofal que es LA CREATIVIDAD?
La realidad es la que es y no la que nos gustaría, y si tenemos que realizar eventos en estos tiempos debemos hacerlo siguiendo los protocolos necesarios, asesorando y guiando al cliente de forma responsable, y siendo muy honestos de cómo va a lucir y cómo se va a desarrollar su evento en estos días y los venideros. Pero podemos echar el resto de nuestra parte para compensar todo lo que nos ha quitado esta pandemia, nadie como nosotros, los wedding & event planners para multiplicarnos por 100 y seguir creando momentos y experiencias memorables adecuados a los tiempos que nos ha tocado vivir.
Me queda claro que el gran reto de nuestro regreso será la gestión de las personas, hacer entender a unos invitados ávidos por salir, divertirse y socializar, que los parámetros son distintos e imprescindibles para que podamos alcanzar esa normalidad que tanto añoramos. El precio de no hacerlo bien, es demasiado alto, demasiado injusto y demasiado cruel.
¡Pongámonos a crear soluciones sorprendentes! Suplamos, con la tecnología, la falta de abrazos; usemos mesas rectangulares con mamparas centrales para que podamos hablar sin que intervenga el 1.5 metro de distancia y podamos recuperar esos más de tres meses sin vernos, sacudámonos el polvo del confinamiento e inyectemos efecto-wow a esta pandemia… Si no lo hacemos nosotros, que somos hacedores de sueños y cumplidores de imposibles, ¿entonces quién?
Hace unas semanas leía la columna que escribió Mike Alducin (VB Music) acerca de “Fundamentar o morir” y me sumo al hashtag que llevan profetizando al mundo desde hace algunos años: F#ck Mainstream.
En palabras de Mike, entendiendo el Mainstream como “lo injusto, lo indiferente, lo equis, lo arrogante, lo que no ve más allá, lo que se permite funcionar sin sentido, lo que engaña, lo que no tiene calidad y profesionalismo, lo que no aporta valor, lo que no tiene causa, lo que no defiende, lo que divide, lo que destruye” y déjame añadir: lo que contagia y lo mediocratiza.
El mañana es ahora, y nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
En nuestra mano está demostrar la casta de la que estamos hechos y reinventar nuestra industria.
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