Desde muy pequeña formulé mi vida en términos de edades y metas alcanzadas. A los 18 tenía que entrar a la carrera, a los 22 a la maestría y a los 24 me tenía que casar. Sí, hace algunos años me hubiera costado admitirlo, pero la realidad es que este último siempre fue uno de mis más grandes sueños en la vida. El concepto de matrimonio me hacía pensar en un inicio distinto, en la oportunidad de ser feliz y de realizar cosas grandes. Sí, llegué a creer que todo lo anterior llegaba al mismo tiempo que un hombre, un muchacho que me encontrara lo suficientemente buena como para darme un anillo, casarme con él y vivir juntos para siempre (¡qué pena! jaja). Seis años después, y a casi dos meses de cumplir 30 años, mi panorama ha cambiado. Hoy, sin ideas preconcebidas te doy mi mejor consejo: casarte contigo primero ¡es lo mejor que puedes hacer! Te explico por qué.
Antes de que me juzgues y que pienses que estaba perdida en el rumbo de mi vida (o sea un poco sí, pero dame chance), también debes saber que en mi entorno la idea de casarse joven era muy popular. Muchas compañeras de la carrera lo hicieron, incluso antes de terminar de estudiar. Hoy, cuando veo sus fotos en Facebook, me alegra saber que son las más felices, que han armado un equipo con su pareja y que, además, disfrutan de un matrimonio pleno, divertido ¡y hasta con hijitos! Pero también hay algo súper cierto: no todas ni todos tenemos una situación igual, ¡y está bien! Mientras hace algunos años pensaba que iba a ser una quedada a los 25 años, ahora doy gracias por la oportunidad y el tiempo que tengo para trabajarme, quererme y, además, casarme conmigo misma.
¡No lo dudes! Cásate contigo primero
Y no, no me refiero a que te pongas un vestido de novia y armes una ceremonia para jurarte votos de amor eterno frente a un montón de invitados y con una fiesta para marcar el momento (honestamente odio esas publicaciones). A lo que quiero llegar es a que te involucres de más contigo, que te conozcas, entiendas lo que quieres, lo que no estás dispuesta a soportar y, además, que descubras cuál es el amor perfecto desde ese que te regalas a ti misma. Esto aplica también para los hombres. Desde ahí empieza todo.
Últimamente he visto muchísimas películas de bodas para un podcast en el que participo: “Bodas en cámara lenta”, y no sabes las lecciones que he retomado de esas historias que parecen tan tontas. Uno de los comunes denominadores es, sin lugar a dudas, la espera tan ansiada que tienen los personajes por encontrar a un hombre y, ahora sí, ver de forma más real un escenario de boda cercano. La actitud, por lo regular, da la impresión de que su vida no ha valido la pena lo suficiente porque aún no están “enrocadas” (primera mención de Cindy la regia), y hasta que puedan presumir de ese enorme diamante, entonces sí, la vida empezará a tener algún sentido medianamente interesante. ¿Por qué?
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La boda se percibe (a veces) como un fin, y no como una consecuencia que resulta de una experiencia profunda, de conexión y de crecimiento que, además, empieza CONTIGO y POR TI, no hay más. Saber que no necesitas poner tus expectativas de vida en alguien más, porque la felicidad más grande empieza por ti ¡es una tremenda bendición! Despertar, apreciarte, admirarte, amarte y celebrar todo lo que haces y hasta lo que sale mal, también es un paso mega interesante a descubrir otro YO más tuyo. Porque para empezar a existir no hace falta pronunciar un “sí, acepto” para alguien más, sino para ti. Primero para ti. Y solo para aclarar: ¡No! Por supuesto que no estoy en contra del matrimonio, ni mucho menos de la edad en la que decidas comprometerte, ¡al contrario! Tampoco es necesario que cortes a tu novio para entender lo que significa casarte contigo primero.
“I am not looking for the one. I am the one”
Parece mega cliché, pero ¡qué cierto es! La idea de que casarte contigo primero y luego con quien quieras tiene el objetivo de que, por tu cuenta, te construyas y te trabajes como tú quieras (no para nadie más, sino para ti). Esa chamba no tiene que iniciar hasta que estés en una relación o hasta que llegue la roca a tu mano, sino desde ahora… ¡estés como estés! Puedes leer millones de recetas para tener un matrimonio perfecto, hábitos que puedes construir con tu pareja, tips para salir de la rutina, y mil etcéteras más, pero si no tienes una relación plena, profunda, amorosa y chida contigo misma, lo demás serán soluciones temporales, pero no cambios que vengan desde la raíz. Y por si se te olvidó: esta tarea no solo es para las mujeres, sino también para los hombres.
Ponte las expectativas más altas tú solita, enriquécete, cultívate, conócete… haz todo lo que quieras, pero primero contigo. ¿Qué quieres lograr?, ¿cómo diseñas tu felicidad?, ¿en qué puedes mejorar?, ¿qué te falta por aprender de ti?, ¿ya sabes cuál es tu motivo, tu razón?, ¿cuáles son tus más grandes metas? Ser la mejor esposa o el mejor esposo del mundo no viene a través de la validación de una pareja, sino a través del empeño que pongas en ser una mejor versión de ti misma. No necesitas planear una boda para ti solita, ni comprarte un anillo de diamantes y manifestar tu compromiso en Instagram. Lo que hace falta es tomárselo en serio.
Spoiler de Cindy la regia a continuación: no todas las historias tienen que terminar en boda, el tamaño de un diamante no es indicativo del amor que existe en una pareja (de hecho hay estudios que enlazan el costo de un anillo de compromiso con la posibilidad de divorcio) y tampoco serás una quedada si decides no casarte en este momento de tu vida con tu pareja. ¿Cuáles son las ventajas? ¡Todas! Más tiempo para ti, para trabajarte y para casarte primero contigo. Tan solo piensa en todo lo que has hecho, y en todo lo que te falta por hacer. ¡Uffff!
Una vez que logres casarte contigo primero (pero de verdad), disfrutarás aún más de tu relación, de tu pareja, de TODO lo que pase entre ustedes y hasta de cómo se perciban ambos. Pero, ¿sabes qué? También entenderás que, aunque no tengas a alguien a tu lado, todo estará bien, porque primero existes tú; entenderás que, aunque no tengas una fecha de boda próxima, tus planes son increíblemente interesantes para darle más sabor y valor a tu vida; entenderás que tener un esposo no es sinónimo de estatus ni de valor, sino una parte de la vida que, si te toca vivir o no, la disfrutarás al máximo. Entenderás que el compromiso más grande no lo haces hasta que llega alguien más (hombre o mujer), sino que lo ejerces día con día.
Aunque para muchos sea ridículo pensar en un matrimonio con uno mismo, el solo ejercicio de conocer primero tus necesidades es fundamental para que, después, puedas participar de forma más plena en una relación de pareja. E insisto, casarte contigo es un proceso que puedes vivir soltera, con novio, comprometida, casada, divorciada, ¡o como sea! La belleza de esto es que no pasa de moda, no hay un tiempo establecido, no hay un día en el que lo tengas que hacer. Puedes empezar cuando quieras, siempre y cuando tu compromiso, así como en los votos matrimoniales, sea hasta tu último día. Esa es la única condición.
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Una boda bonita no es sinónimo de un matrimonio a prueba de todo. Un matrimonio eterno se construye día a día, con dos personas completas, trabajadas y comprometidas con ellas mismas. Lo demás viene por añadidura.
Así que antes de enamorarte ciegamente de alguien más, primero asegúrate de estar 100% enamorada de ti, que luego ya vendrá lo demás. Y será mejor, y más cool, y más tuyo. Antes de tener en tu lista de deseos casarte solo “porque ya es lo que toca”, mejor elige casarte contigo primero y ser el verdadero amor de tu vida.
**Nota: Como siempre, estas son solo observaciones que tengo de la vida. Puedes sentirte identificada o no. Sea como sea, que tu felicidad sea primero.
Fotos de Peter Olvera y Unsplash
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