Tenía 14 años cuando mi mamá me compró esa Vogue España que definiría mi futuro, sin más. Me perdí en sus páginas y me di cuenta de todas las posibilidades que había para escribir, sobre todo para esta romántica que adorna hasta la más mínima expresión. La moda enmarcada en palabras me enseñó más de cerca lo que significaba la libertad, pero todo cambió por completo cuando descubrí esta industria a la que le prometí amor eterno; así, a los 21 años se cumplió un sueño que hoy es una manera de vivir a la que no renunciaría por nada del mundo. Acá te cuento por qué decidí ser periodista de bodas. Enjoy!
Una de las preguntas más comunes que recibo es: “¿no te aburres de escribir siempre de lo mismo?”. Para quien piense que las bodas siempre son iguales, simples y planas, claramente no ha entendido nada. Esa fue una de las primeras lecciones que esta industria me dio: con las bodas puedes hacer lo que quieras, como quieras y de la manera que mejor te acomode. Trabajar sin un límite de creatividad es uno de los mejores regalos que he recibido en estos últimos 11 (casi 12) años. La masterclass, por fortuna, no ha tenido punto final.
Las bodas son un mundo complejo, interesante y MARAVILLOSO
Decidí ser periodista de bodas cuando me di cuenta de toda la belleza que existía en una sola celebración. Todavía recuerdo mi primer día de trabajo como editora de Zankyou, un día en el que tuve frente a mí una pantalla y miles de posibilidades para hacer lo que yo quisiera. Aunque mi acercamiento con el periodismo siempre había sido a través de la moda, muy pronto me di cuenta que los vestidos de novia eran tan sólo una parte muy chiquita (pero siempre mi favorita) de una industria que se alimentaba de todo tipo de disciplinas: fotografía, arquitectura, arte, diseño, ¡y más!
Me sentí abrumada, pero nunca confundida. Desde mi primer día decidí que los siguientes días de mi vida se me irían en escribir y en tratar de entender todas las perspectivas de celebraciones que, hasta el día de hoy, no dejan de sorprenderme en lo más mínimo. Siempre hay algo nuevo, siempre queda algo por descubrir, y lo más importante… siempre hay algo nuevo que proponer.
La fotografía de bodas ¡es un regalazo!
Otro de los momentos que definieron por completo mis inicios como periodista de bodas fue mi acercamiento con la foto. Siempre me interesaron los eventos como resultado final, pero nada me enamoró tanto como el ser parte de una historia desde sus primeros segundos y hasta su final. Mis días muy pronto se vieron acompañados por cientos de imágenes, bodas llevadas a cabo en todos los rincones del mundo, perspectivas distintas, lentes que hacían maravillas con sus sujetos, y más. Quiero pensar que mi sueño frustrado de ser fotógrafa pudo mucho en este camino.
La fotografía, no es secreto, es una de las disciplinas que más me gustan en las bodas y en la vida misma. El poder crear textos a partir de imágenes, crónicas a partir de detalles y ser parte de historias gracias a toda la documentación que se logra de esos “sí, acepto” me parece maravilloso. Han pasado los años suficientes para saber que mi capacidad de asombro siempre está dispuesta a despertar y a dejarse llevar por algo nuevo, todo gracias a la foto.
Ser periodista de bodas me hizo reconectar con mi pasión más grande
Debo confesar que sí hubo un momento en el que sentí que ya no podría escribir de moda al entrar a esta industria; sin embargo, la vida hizo lo suyo para mostrarme que no tenía ni idea de lo que estaba pensando. A partir de ese momento decidí que ambos mundos no sólo tendrían una relación inquebrantable en mi proceso creativo, sino que las dos serían mis mayores aliadas para echar a volar la imaginación y proponer las tendencias que realmente me gustaran.
Me encanta que los desfiles de moda formen parte de mi esquema de trabajo de todos (o casi todos) los días. Cuando me siento a verlos y a tomar nota de ellos, no puedo sentir otra cosa que agradecimiento y un amor extremo, intenso y eterno por lo que hago.
Alimentar el disco duro de todo, no sólo de bodas
“Salir de las bodas para entrar más en ellas”, recuerdo que alguna vez respondí eso en una entrevista, y es de las cosas más ciertas que vivo en mi trabajo. Consumir bodas sólo porque sí puede convertirse en una trampa para iniciar un trabajo en automático, predecible y poco inspirador. Ya estuve ahí y JAMÁS quiero regresar a ese punto en mi vida.
Cuando dejo claro que siempre estoy trabajando no me refiero a que todo el tiempo esté escribiendo como máquina, sino a que todo lo que veo y se me cruza en el camino debe ser una fuente de inspiración inmediata (si no lo es, lo dejo). Películas, series, caminatas, exposiciones, libros, noticias, historias de personas cercanas, propuestas en decoración, restaurantes, entrevistas, pláticas, fotografías tomadas por mí o ajenas… todo se convierte en un ingrediente más para que las bodas no sólo las pueda entender de otra manera, sino para que ellas mismas también cumplan con su trabajo de sorprenderme a modo propio. Aquí, claramente, la relación debe ser como un buen matrimonio (jajaja).
Échale ojito a mi texto sobre el reto de reinventarse.
El coolhunting me conquistó
¿Por qué decidí ser periodista de bodas? ¡Para cazar tendencias! Ésta es una de las áreas en las que me he enfocado muchísimo, porque eso de seguir lo que ya está dicho o escrito tampoco es mi cosa favorita en el mundo. Y no se trata de establecer reglas para que las parejas las cumplan, sino de hilar todo lo que sea necesario para dejar en claro que las bodas son para que uno haga lo que le dé la gana. Punto.
Si las bodas me han enseñado cómo se ve y se siente la libertad, ¿por qué no habría de hacer lo mismo con lo que escribo para quienes están en este proceso? En un día tan especial lo que menos debe importar son las expectativas externas, cumplir con modas, pensar únicamente en el bienestar de los asistentes. Es un día para celebrar el amor y para eso no hay reglas ni condiciones.
Conocer, conectar y trabajar con personas admirables
Ser periodista de bodas me ha presentado a los personajes más cool que jamás hubiera imaginado. Profesionales de boda que, desde sus trincheras, crean magia y hacen arte con el único objetivo de que esta industria siga siendo sorpresiva y nunca aburrida.
Ver otros mundos y ser parte de ellos es una de las mejores cosas que me ha dejado este trabajo, y gracias a ello fue que fundé mi agencia de contenido: A Little Wedding Company. Sin duda, mi mejor pretexto y la razón perfecta para seguir alimentando mi amor por la escritura, las historias, las imágenes y lo mejor de las bodas. Eso sí, todo siempre con libertad… MI libertad.
El camino ha sido increíble y lo mejor de todo es que aún queda mucho por recorrer. Los recordatorios son constantes y conocer por qué decidí ser periodista de bodas es una manera más de agradecerle a la vida por vivir de mi pasión y ser capaz de disfrutarla con libertad y como se me da la gana. No pido nada más.