Fue una búsqueda de años lo que me tomó encontrar mi propósito. Pasé por muchos cursos, terapias, psicólogos y hasta chamanes para descubrir qué era “lo mío”. Pero fuera de viajar, nada me llenaba ni me hacía vibrar. Seguí ese instinto y pasé 8 años conociendo el mundo: viví en Madrid, Paris, Londres, Chicago, y Vancouver. Era tanta mi pasión por viajar y conocer nuevas culturas, que terminé trabajando para una naviera en cruceros, por año y medio. La experiencia fue increíble, pero sabía dentro de mí que sería algo pasajero… en lo que mi verdadero propósito llegaba. Pero, por más que había intentado muchos oficios, sentía que nada me hacía realmente vibrar por dentro.

Dicen que hay dos días trascendentes en la vida de una persona: el día que nace y el día que descubre para qué. Yo, por fin, lo descubrí a los 28 años, después de ayudarle a un amigo a cambiarse de casa en tan sólo 5 horas. Él no daba crédito de lo que había sucedido, pero como yo para ese entonces me había cambiado de casa unas 30 veces, sentía que al hacerlo simplemente hacía algo que para mí era “normal”. 

– ¡Claro que no es normal! Tienes un talento. Y tú, que llevas tantos años en “la búsqueda”, deberías de aprovecharlo y dedicarte a esto.

– Pero ¿quién va a pagar por esto? Es más, no sé ni cómo se llama, o si es realmente una profesión.

– Pues googléalo…

Y eso hice, esa misma noche de diciembre de 2011, cuando por primera vez Google me arrojó “Cero Resultados” a la búsqueda de palabras clave en español, tales como: ordenar, orden, organizar, organización, mudanza. Nunca me había pasado, pero tal cual: en 2011 no había información sobre esos temas en español. Así que hice la búsqueda en inglés, con las mismas palabras, y me dio miles de resultados. Fue entonces cuando supe sobre la industria de la Organización Profesional de Espacios, y que no era la única loca que le gustaba ayudar a las personas a depurar y organizar sus espacios (como llevaba haciéndolo orgánicamente desde los 14 años). 

Descubrí un mundo lo más parecido a mi Disneylandia, lleno de contenedores, organizadores y metodologías para la optimización de espacios. Y un mundo que en Estados Unidos llevaba existiendo más de 40 años, desde principios de los años 80 y cada vez más se extendía por diferentes países. Pero en mi país no existía, ni tampoco en el resto de Latinoamérica. ¿Realmente iba a ser la primera en dedicarme a esto? 

Tenía tantas dudas, miedos, incertidumbre… pero por primera vez en la vida, estaba convencida de que había nacido para esto. Así que a las 3 semanas tomé un avión a Salt Lake City, Utah y me certifiqué como la primera Organizadora Profesional de Espacios de mi país. Cree la imagen de mi marca {organizARTE}, creé mi página, abrí mi Facebook, y me dediqué a escribir religiosamente en mi blog una vez a la semana por dos años. Claro, ¡nadie sabía que esto existía ni a lo que me dedicaba! y si no empezaba a educar a las personas sobre el servicio que daba, sería más complicado que me contrataran. 

El “boom” llegó en 2014, cuando me llamaron de un programa de TV Azteca para que tuviera una sección de organización cada semana, y después me uní al equipo del Extreme Makeover Home Edition de Martha Debayle, así como a ser parte de los especialistas de su programa de radio, y lo sigo haciendo después de 8 años. Eso dio un brinco a mi carrera, y 5,500 horas de organización después, puedo decir que no hay nada que me haga más feliz que entrar a una casa y transformarla… del caos al orden. 

Fue tanta la emoción en redes sociales, a partir de todo lo que compartía de los antes y después de las transformaciones, que en 2015 las personas me empezaron a bombardear con mensajes diciendo que ellas también querían dedicarse a esto. A lo cual yo les daba la opción de hacer lo mismo que yo: irse a Estados Unidos y certificarse. Pero había personas que no hablaban el idioma, o tenían hijos y nos los podían dejar, o no tenían una visa para viajar. Fue entonces que decidí abrir la primera Academia en Latinoamérica dedicada a formar Organizadores Profesionales, así como a enseñar a las personas que quieren aprender a organizar sus casas, ya sea en cursos presenciales o digitales.

Desde esa lejana mudanza, en 2011, hasta este momento, he depurado, organizado, mudado y ayudado a cientos de personas a transformar sus espacios a través del orden, con ayuda de mi gran equipo. Y hemos enseñado a cada una de esas personas a llevar a cabo La Metodología del O.R.D.E.N.®para que solamente se queden con las cosas que aman, usan, necesitan y los hacen felices. Les hemos transmitido la importancia del desapego, y cómo la energía fluye en un espacio cuando dejas ir las cosas que ya no aportan a su vida. Les hemos enseñado cómo cuando dejas ir, haces espacio para lo que realmente importa, dándote más tiempo de hacer lo que te gusta, y viviendo una vida más sencilla: llena de más experiencias, no cosas.

No ha sido un camino fácil, pero sí uno muy entretenido. He vivido experiencias inimaginables, y todo por encontrar mi propósito. Desde hace dos años, comencé a dar conferencias sobre el tema de organización, y eso me permitió viajar por Estados Unidos y Latinoamérica, compartiendo mi filosofía a miles de personas, conectándome de nuevo con los viajes, los cuales siempre han sido parte de mi esencia. Nunca imaginé que aquello a lo que jugaba de pequeña, o a lo que dedicaba de adolescente tantos fines de semana, transformando mi cuarto y cambiándonos tantas veces de casa, iba a convertirse en mi forma de vida, en mi pasión, y lo que me permite hoy poner mi granito de arena enseñando a las personas a que las cosas tienen que estar a nuestro servicio, no nosotros al servicio de las cosas. Y que entre menos cosas tengamos, menos tiempo tenemos que dedicar a limpiarlas, cuidarlas y mantenerlas. Y que cuando creen que no tienen espacio en sus casas, tal vez lo que deben reflexionar es que “no necesitan más espacio, lo que necesitan son menos cosas”. 

El espacio de lo que quieres está siendo ocupado por aquello por lo que te conformaste. 

Así que hoy, tú: ¿qué estás dispuesto a soltar?

hacer espacio para lo que realmente importa