Misticismo es esa palabra perfecta que definiría el estilo de Carlos Espino. Cuando lo veo y me encuentro con él siento que estoy entrando a un mundo que nunca antes había visto. Todo es melodioso y armónico, incluso la decoración de las mesas que puedo admirar a tan solo unos metros de distancia. La combinación de colores y patrones me cautiva por completo, al igual que ese gusto tan único por transformar los espacios en verdaderos sets espectaculares. Carlos Espino le pone un sello propio a las bodas de autor, y con una historia que recorre los rincones más asombrosos del mundo, esta vez me toca contar su historia y, por supuesto, admirarla aún más. Sin duda alguna, tienes que conocerlo.
Los inicios de un artista
Jamás creerías que un concierto de Mecano en Barcelona marcaría el amor de Carlos Espino por Madrid, pero así fue. “Luché por ese sueño y al final lo conseguí, y viví muy feliz en España”, dice.
“Estudié horticultura, eso me ha convertido en el único que tiene una carrera dedicada enteramente a las flores”, me cuenta Carlos. Sus producciones son justo un homenaje al contacto con la naturaleza en formas arriesgadas, colores interesantes y un sinfín de caídas orgánicas que se conjugan para ambientar todo tipo de espacios. Su mente no conoce límites y, por el contrario, maquina cada uno de sus proyectos como una nueva oportunidad para reinventar, proponer y marcar la unicidad de su trabajo.
Su profesionalismo no termina ahí, y es que además de estudiar horticultura, Carlos Espino le dio un giro extraordinario a su carrera con especialización en ikebana, el verdadero arte floral japonés. Los pasos se marcaron a tiempo y con mucha fuerza, y gracias a eso Carlos muy pronto se encontró con su propia tienda, la cual llevaba por nombre Khala y estaba situada en la calle Ortega y Gasset. El éxito fue repentino. El lugar muy pronto llamó la atención de propios y extraños, gracias a que “hacía unos escaparates muy originales y los cambiaba cada mes. En uno de ellos lo dediqué a una tarde de día de muertos, haciendo homenaje a México y a Frida, y fue el que más éxito tuvo. De ahí me salió un contacto en el museo de Europa, en Bruselas, e hice exactamente lo mismo pero en Bruselas”, dice.
La conquista de terrenos y lugares del mundo han sido su estandarte para despertar la creatividad, misma que llegó a refugiarse en la mismísima Casa Real española, una historia fascinante. “Entre toda la andanza de esta tienda tan icónica en cuanto a decoración y flores, yo me encontraba en Ortega y Gasset 61, mientras que la Infanta Elena, hija del Rey Juan Carlos y la Reina Sofía, vivía en el 30. Una navidad en la que yo diseñé un escaparate precioso, ella paró el coche y le dio mucha curiosidad lo que había. Me compró flores de Pascua (las nochebuenas) y en enero del siguiente año recibí una llamada de la Casa Real española para invitarme a trabajar con ellos en los eventos gubernamentales. Para mí fue la mejor noticia del mundo”, dice.
Mi estilo es rococó, bling bling y barroco. Soy cero minimalista
Y sí, trabajar con la realeza es cualquier cosa, y vaya que para Carlos Espino no lo fue. Su carrera avanzó como nunca, siempre llevando ese amor por las flores y por la creación como dos bases fundamentales de su trabajo. Tanto para la familia real, como para los medios españoles más importantes y las revistas más reconocidas, el nombre de Carlos Espino muy pronto se posicionó como la autoría más selecta en la creación de eventos de lujo, un legado que lo acompañó en su regreso a México.
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El regreso a México y la creación de bodas de autor
Después de haber dejado huella en España, “me llegó una oportunidad para trabajar en el Centro Libanés y acepté. Tenía claro que debía saltar y dejar mi huella de confort, por eso decidí iniciar con las producciones nupciales. Colaboré con Mauricio Rivera Kirschner en algunas bodas un par de años y después me di cuenta que era tiempo para hacerlo yo solo”, me cuenta. Y así fue.
Más pronto de lo que hubiera esperado, un mensaje llegó a su Instagram, el aviso de que era hora de empezar con el concepto y la creación de una boda espectacular en el Ex Convento de San Hipólito. “Esa boda fue la que me abrió la puerta con la comunidad judía,”, dice. Esta experiencia le permitió vivir más de cerca una confianza pura por parte de sus clientes hacia su creatividad y profesionalismo.
Tan cercano a todas formas del arte, Carlos Espino ha encontrado en esos mismos referentes la fuentes de inspiración para crear bodas excepcionales y únicas. Nada ha sido por casualidad. Su trabajo se diferencia por ser un profesional 360, y es que no solo se encarga de diseñar ambientaciones de ensueño, sino también de planear la boda y ejecutarla con perfección absoluta.
Trabajar con flores es un verdadero arte
“Lo que yo vendo es felicidad, sobre todo para las chicas que están esperando ese evento desde chiquitas y que lo ven como un sueño hecho realidad o como su momento. Eso es impagable.”, me cuenta Carlos Espino sobre lo que realmente marca la satisfacción de su trabajo. El trabajo con él se transforma en una lluvia de ideas, donde las parejas cuentan sus ideas y él hace un proyecto precioso a partir de ellas. Todo se marca en el balance, y es que nada sobresale, sino simplemente los detalles que le dan visibilidad a su historia de amor.
Amante de las peonias, Carlos Espino se ha encontrado con un sinfín de oportunidades para manejar las flores incluso en las propuestas más extraordinarias. “Todas las bodas tienen su personalidad, pero una de las más locochonas que hice fue toda de hielo, excepto el mobiliario”, me cuenta. Los espacios no se resisten a la mente de este creativo, y aunque se considera fiel seguidor de la playa y de San Miguel de Allende, asegura que el Colegio de las Vizcaínas, en la Ciudad de México, es uno de sus venues preferidos.
De seis meses a un año es suficiente para disfrutar de las mieles que brinda el trabajo de Carlos Espino. Más allá del tiempo y el espacio, lo que queda como una verdad a prueba de todo es la transformación estética que se vive desde que la idea nace en su mente, hasta que se proyecta en un entorno de celebración. Es creatividad total, y nada más.
¡Conoce más de Carlos Espino!
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