Por fin llegó el día que tanto habíamos estado esperando. La boda del Príncipe Harry y Meghan Markle llegó para conquistarnos con un sinfín de detalles maravillosos. Esta pareja se ha dado a la tarea de robar más de un suspiro, y es que su historia podría catalogarse como una de esas que protagonizan los cuentos de hadas; eso sí, con algunos cambios en la trama. Aunque este par tuvo que someterse a una serie de prejuicios por la condición de su relación, los novios superaron todas y cada una de las pruebas que estuvieron en su camino con el único objetivo de pronunciar el “sí, acepto” en una ceremonia maravillosa.
Más allá de la producción que se concentró en ese gran día, no cabe duda que las emociones fueron el platillo principal de una jornada maravillosa. Desde la llegada de Harry a la iglesia, siempre se le vio nervioso pero con una gran sonrisa en el rostro. La mirada se transformó cuando él fue testigo de la entrada del amor de su vida a la iglesia, unos minutos en donde las lágrimas de emoción también se hicieron notar.
Meghan Markle lució espectacular al llegar en ese Rolls Royce, propiedad de la reina Isabel II. Al bajar del automóvil por fin se dio a conocer uno de los secretos mejor guardados de la casa real: el vestido de novia. El diseño estuvo firmado por la directora creativa de la firma francesa Givenchy. Una propuesta minimalista y sencilla, con una cauda preciosa, cuello barco y mangas francesas. Este fue complementado con un velo de novia tradicional que brillaba por 53 flores bordadas que representaban a los países de la Commonwealth. Como era de esperarse, una tiara de diamantes fue el accesorio perfecto para darle ese toque de fantasía a su look.
La decoración de la iglesia sorprendió por una mezcla de plantas, rosas y peonías, dos de las flores favoritas de Lady Di. Recuerda que la princesa tenía una cercanía muy especial con Harry y, por eso mismo, los novios decidieron honrarla con una ambientación natural preciosa y digna de una boda de la realeza. La novia entró a la iglesia caminando sola, aunque más adelante fue el príncipe Carlos quien la llevó hasta el altar donde ya la esperaba Harry. En todo momento, los novios se mostraron sonrientes, felices y entregados en una celebración por demás romántica. El mensaje fue una de mis partes favoritas por las palabras tan claras enfocadas en el amor y el matrimonio.
Los novios intercambiaron votos y anillos, y fue justo en ese momento cuando Harry y Meghan dejaron de manifiesto sus ideas actuales y modernistas, dejando muy claro que la novia no prometía obediencia al novio, sino que pronunció palabras de amor y respeto hacia él. Fue ahí cuando el oficiante los pronunció marido y mujer. Ambos salieron de la iglesia y al exterior ya los esperaban los cientos de espectadores que esperaban con ansias el primer beso de los recién casados.
Sin duda, una boda espectacular, impresionante, inmersa en detalles fascinantes y con la belleza obligada para hacer los sueños realidad. Si quieres encontrar más inspiración en las historias de amor más lindas, te recomiendo que visites la sección Real Weddings.